“En casa de mi abuelo en La Majadilla, mi tía María empezaba a hacer las tortillas de carnaval el día de Santa Lucía, las hacía una vez por semana y las estaba haciendo hasta el día de San José.
Las Pascuas empezaban ocho días antes de del nacimiento del Niño, íbamos caminando a misa a la Iglesia de San Juan, a veces llegábamos enchumbados de la lluvia, eran misas al amanecer.
No había grandes celebraciones, la noche del día 24 íbamos a misa del gallo a las 12 de la noche y luego a casita a dormir, no había ningún tipo de celebración. El día de Pascua mi padre mataba un baifo o una gallina y se comía. No había como ahora un montón de comida. Mi padre iba a la tienda del hermano Pancho en El Puerto, se llamaba La Portuguesa y traía turrones. Teníamos una parra de esas que llaman de tres frutos y siempre podíamos comer uvas para pascuas, pero no para fin de año, eso no se usaba. También comíamos naranjas, arroz con leche y tortillas de carnaval o rebanadas.
Por el año 1946 la cosa cambió un poco y comprábamos pasteles de carne en Ca’Rosalía en San Antonio y Ca’ Carmita ” La Majorera”. Yo aprendí con Dª Teresa Morales a hacer pestiños, bizcochos, queques, truchas, polvorones.
Lola Benítez tenía un horno de leña y allí hacíamos queques y bizcochos. Las truchas que hacíamos eran las de batata, después vino la moda de hacerlas de otra cosa, como mermelada, cabello, conserva de guayaba…
Había tres Belenes que eran muy bonitos: el que hacía Carmita Anselmo en la iglesia, el de Mariquita “La Coja” y el de Esperancita…
Carmen Peña González, 79 años. 27/11/2014