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LOS HERMANOS SUÁREZ ROBAINA

Los hermanos Suárez Robaina, Santiago (1902-1971) y los gemelos Miguel (1908-1983) y Juan (1908-1985) nacieron en el seno de una familia humilde en El Valle de los Nueve en Telde.

Miguel y Juan adquirieron las primeras nociones de fotografía con D. Francisco Izquierdo Pozuelo, quien tuviera el primer estudio fotográfico de Telde en los años 20. En estos años practicaban con una cámara 6×6 que habían conseguido en una ruleta de juegos y regalos en las fiestas de San Roque.

Estudiaron contabilidad por correspondencia, obteniendo el correspondiente certificado de estudios y diploma como Tenedor de Libros en 1930.

Fueron empleados como contables en un almacén de empaquetados propiedad de don Matías Álamo, cerca de Lomo Magullo. Posteriormente, entre 1933 y 1936 lo fueron con el cosechero exportador de tomates, don Rafael Martel, en el Barranco de Balos

Es a partir de 1936 cuando comienzan la actividad profesional en el campo de la fotografía, uniéndose Santiago al negocio, estableciéndose en El Carrizal de Ingenio, en una casa ubicada frente a la iglesia y en la calle Ruiz de Los Llanos de Telde.

Fuente: Jiménez Martel, G. y Suárez Brito, M. A. (2013): “Telde, Ayer. Los hermanos Suárez Robaina, fotógrafos”. Edición propia.

SuarezRobaina

Los Suárez Robaina cultivaron diversos géneros o temáticas. Entre sus fotografías hemos visto paisajes naturales o urbanos, reportajes de tipo social, religioso, accidentes… pero no cabe duda que entre los más de 800.000 negativos que forman el Archivo predominan los retratos, fruto del trabajo diario en el estudio. Es difícil que entre los años 30 y 70 del siglo XX haya algún teldense, de nacimiento o adopción, que no guarde una imagen suya entre los más de 24.000 rollos de negativos que se conservan.

Volviendo al pasado por las imágenes en blanco y negro, sepia y color

por Jesús Ruiz Mesa

El martes 12 tuvo lugar en la sede del Círculo Cultural de Telde, del Molino del Conde, la inauguración de la exposición fotográfica “Una mirada a la infancia” que la Asociación Cultural Tyldet ha organizado gracias al trabajo de investigación y digitalización en el Centro de Documentación de Patrimonio Intangible de Telde (CDOPIT), ubicado en el núcleo teldense de La Pardilla. Un excelente trabajo de recuperación de la memoria colectiva por la imagen que, Fran Pérez miembro de la Asociación Tyldet, expone mediante proyecciones y vídeo, la necesidad que tenían de recuperar esas fotografías antiguas que todos guardamos en nuestras casas y que reflejan parte de la historia de nuestros antepasados y de la nuestra propia, conteniendo mucha información digna de ser puesta en valor y conocida por todos.

Delante de cada fotografía expuesta me viene a la memoria cuando revolviendo los cajones en busca de una antigua fotografía, vista de tarde en tarde, pululando del álbum a la mesa de trabajo, o de vuelta al cajón, sobre el archivador de papeles que diariamente tengo como borrador o escritos pendientes, en la duda de si la he guardado o aún está en posesión de algún familiar que la ha necesitado. La cuestión es que hallada la dichosa foto, la he observado, la de nuestra infancia, niñez, adolescencia, la de la escuela delante del mapa de aquella España aún con aromas de postguerra y necesidades, el globo terráqueo, siempre a la derecha de la estática imagen de la niña o niño escolarizado, o la de grupos de inquietos escolares entre los maestros y maestras nacionales, curas párrocos, las de los juegos en la calle con aquellos rudimentarios juguetes, el balón, la pelota, la piñata, el futbolín y no mucho más, primeras comuniones, ayudantes en talleres gremiales, etc.

Uno de los carteles expuestos en referencia al mensaje que transmite la exposición de una mirada a la infancia dice: “Para hablar de la infancia de nuestros abuelos debemos dejarnos llevar por la imaginación y por los “cuentos”, que ellos mismos han sido capaces de transmitirnos. Sabemos que esto supone un esfuerzo e incluso, en algunos casos, una sensación de repudio, asombro, tristeza y hasta negación de la realidad vivida: aún siendo un ejercicio duro y áspero, es la realidad de la época en que les tocó vivir.

Algunos de ellos, para referirse a su infancia lo hacen con “eso son los juguetes de la miseria” y nos dejan claro que no tuvieron “tierna infancia”, todo lo contrario, “penas, penas y más penas”. Para otros la realidad fue más dulce, pero sin llegar a tener excesos de ningún tipo, solo la austeridad acompañaba lo cotidiano. Con esta exposición queremos manifestar nuestro respeto a su legado y hacemos un viaje desde inicios del pasado siglo XX hasta la década de los sesenta. Hemos considerado conveniente dividir esta muestra en distintas áreas con el fin de dinamizar el recorrido. Una zona dedicada a los juegos y juguetes infantiles, otro rincón a la escuela, un tercer espacio se refiere a la religión en el mundo infantil y, por último, reservamos un lugar a los trabajos y mandados”.

Recuerdos en fotos que después de haber estado durante años durmiendo el sueño de los justos, aparecen en blanco y negro, como deben ser los sueños, que muchas veces quedan en nuestros recuerdos, otros quizás, creemos soñarlos en colores, pero ahí están, en ese rincón personal del almacén aún por descubrir, enredados entre los misterios más profundos que encierran los trillones de neuronas que nos hacen ser conscientes de volver a recordar esas imágenes, en un silencio de sorpresa, alegría, tristeza, añoranza, pena, recuerdos, e infinitas sensaciones que fluyen desde lo más profundo y desconocido de nuestra mente, observamos automáticamente y viajamos al pasado.

Cuando entre nuestras manos cae una imagen, esa imagen, la de la foto en blanco y negro, reteniendo sobre su superficie ajada el recuerdo de momentos que en su día importantes, fueron merecedores de perpetuar su vivencia, casi un lujo fuera de todo alcance el que alguien apareciera con aquellas cámaras y nos colocaran frente a sus objetivos para pasar a la posteridad, dieran testimonio del devenir de los tiempos.

El escritor y poeta teldense Julio Pérez Tejera recita un soneto de su producción literaria que titula NIÑO: Desde la luz te vienes por la vida/dejando tu inocencia entre las cosas/y allí, donde tus blancas manos posas/encuentras un sentido, una salida/Te veo, niño, andar, volar ligero/con un hálito nuevo a cada paso/tan grande como eres nunca, acaso/podrás volver a ser. Por eso quiero/dejarte esta canción junto a tu cuna/Conserva para siempre esta mirada/detenla en cada cosa: una a una/en eso eres maestro más que en nada/No dejes que te compren por la luna/tuya es la luz, la suya es reflejada.

Qué cantidad de mensajes encierran esas imágenes, las sepias, las de blanco y negro y posteriormente las de color, de las mejores épocas del despertar a la vida, la infancia, la inocencia, la ilusión, la esperanza inconsciente puesta en un futuro sin medida. Los que aún podemos contarlo y mirarnos en esos espejos del tiempo, somos los mismos con más años, con más lastre, con más penas y glorias, somos ese tiempo que nos deparó el destino y el qué, con un poco más de suerte, desde este lado de la vida nos podemos seguir mirando y recordando en ellas.

Enhorabuena a la Asociación Cultural Tyldet por este magnífico trabajo de documentación gráfica cuya exposición podrán visitar hasta el próximo 26 de noviembre, en horario de 19:00 a 21.00 hs. de lunes a viernes. Disfruten esta muestra que merece la pena. Muchas gracias.

Jesús Ruiz Mesa, colaborador cultural Telde y www.teldeactualidad.com. 13 de noviembre 2013

Reportaje fotográfico del mismo autor:

Patricio Pérez Estupiñán

Un fotógrafo aficionado a principios del siglo XX en Telde

Patricio Pérez Estupiñán nace el 17 de marzo de 1887 en la villa de El Ingenio. Gracias al mecenazgo de una familia puede estudiar hasta los 17 años en el Seminario de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Son estos años de infancia y adolescencia los que forjan una personalidad de inquieta curiosidad por conocer y experimentar, de ahí su amor a la lectura. Más adelante formará una pequeña biblioteca con los libros donados por el farmacéutico Agustín Olózaga, y los que compra a veces incluso de segunda mano. Asimismo se suscribe a algunas revistas y periódicos que va coleccionando y encuaderna él mismo.

En 1904, para aumentar los ingresos de la familia,  se traslada a Telde y comienza a trabajar  en la farmacia de don Agustín Olózaga Martín, como mancebo de botica. Allí toma contacto no sólo con la formulación, presentación y dispensación propia  de medicamentos, sino con la realidad social que le toca vivir, adquiriendo en poco tiempo cierta madurez, gracias a los consejos y experiencia que recibe. Se afilia al Partido Republicano Federal de Franchy y Roca. En este periodo es cuando Patricio Pérez se acerca al mundo de la fotografía de la mano  del hijo del boticario, Antonio Olózaga Belaunde, quien le enseña el arte y la técnica de captar imágenes y que termina regalando su laboratorio de revelado.

Cuando cuenta con apenas veinte y dos años y, quizás debido a sus conocimientos de farmacia, realiza el Servicio Militar en el cuerpo de Sanidad. Antes había conocido en una boda en Las Palmas, de la que ambos fueron los padrinos, a Juana Moreno Ramos; se casan en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Vegueta el  17 de enero 1911. Tiene el joven matrimonio nueve hijos, de los que tres fallecen al nacer.

Fue Patricio Pérez una persona de profundas convicciones sociales, defensor de la libertad, la justicia social y los derechos de los trabajadores.

En el año 1916 comienza a trabajar como practicante de Farmacia, en la Droguería de Don Vicente Lleó Benlliure, situada en el número 65 de la calle Mayor de Triana. Desde junio de 1929 y hasta su jubilación trabaja en el Juzgado Municipal de Telde.

Muere el 14 de abril de 1966 en la ciudad de Telde.

 

Cantonera de San Isidro

Pertenece al entramado de distribución de las aguas de riego de la Heredad de la Vega Mayor de Telde.

Se encuentra situada en La Pardilla, c/ Mesonero Romanos, entre el número 16 y el anexo al CEIP María Suárez Fiol (28º 00´45´´ N – 15º 23′ 41´´ O – 58,90 m de altitud).

Fotografía de los años 60 del siglo XX tomada en lo que hoy es la calle Mesonero Romanos, frente a la plaza de La Pardilla, que actualmente ocupa la zona que se observa vallada con cañas. En la imagen se ven algunas personas junto a unos tarahales, que están sentadas en el muro curvo de la cantonera.

En primer plano aparecen dos acequias pertenecientes ambas a la Heredad de La Vega Mayor de Telde. Una más chica y antigua colocada siendo presidente D. Carlos Navarro Ruiz, ya que desde la cantonera de La Portada hacia La Pardilla sólo existía un macho de riego. La cantonera de San Isidro se hizo posteriormente, cuando se construyó la acequia grande. Ambas pasaban por la parte de enfrente de la iglesia y giraban por su frontis norte hacia La Pardilla (actualmente soterradas en esta zona). Inutilizadas ambas, en el resto de su recorrido han desaparecido o están en muy malas condiciones.

Al fondo de la imagen se pueden observar los tarahales que deslindaban la finca de la izquierda a nivel inferior, conocida como Las Mansas, de la superior o derecha. La cantonera que nos ocupa regaba esta finca por un macho de riego, que iba paralelo junto a la hilera de tarahales hasta la linde sur de la finca (el camino que iba para la playa de La Garita, hoy calle Shakespeare). Hasta esos años no existía ni siquiera un camino desde la cantonera hacia allá. Tan sólo el citado macho de riego y un trastón de paso.

Macho de riego: acequia de tierra que atraviesa la zona de cultivo y que reparte el agua hacia las madres, que perpendiculares a éste, la llevan hasta los surcos.
Trastón de paso: franja de terreno no cultivada que permite el paso de una persona.

Información sobre la inauguración del panel de la cantonera de San Isidro:

Inauguración del panel de la cantonera de San Isidro

 

Panel de la cantonera de San Isidro
Panel de la cantonera de San Isidro

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